El Día Mundial del Medio Ambiente 2025 llama a la acción colectiva para un planeta sin contaminación por plásticos

La campaña 2025 del Día Mundial del Medio Ambiente promueve un cambio sistémico frente a la contaminación plástica y refuerza las negociaciones para un tratado global vinculante
Autor/es
Griselda Romero
05-06-2025

La contaminación por plásticos se ha convertido en uno de los desafíos ambientales más graves y generalizados del siglo XXI. Cada año, más de 11 millones de toneladas de plásticos acaban en los ecosistemas acuáticos, mientras que otros 13 millones de toneladas se acumulan en suelos a través de vertederos, actividades agrícolas, aguas residuales y otras fuentes difusas. Este fenómeno ha dejado de ser un problema aislado para convertirse en una crisis sistémica y transversal, con impactos directos sobre los ecosistemas, la salud humana, la economía y el clima.

Ante esta realidad, el Día Mundial del Medio Ambiente, promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se celebra este 5 de junio, bajo el lema #SinContaminaciónPorPlásticos, con el objetivo de visibilizar la magnitud de este problema y movilizar soluciones. La República de Corea, anfitriona de la campaña este 2025, ha situado el foco en un cambio sistémico basado en economía circular y reducción del uso de plásticos a lo largo de su ciclo de vida.

Desde su creación en 1973, el Día Mundial del Medio Ambiente se ha consolidado como la principal plataforma global para la sensibilización y movilización ambiental. En su edición de 2025, la campaña pone el foco en la evidencia científica acumulada sobre los impactos de la contaminación plástica, al tiempo que promueve medidas concretas para rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y replantear el uso de este material, en coherencia con los principios de una economía circular equitativa y transformadora.

 

 

Los grandes retos de la contaminación por plásticos

Ominpresencia

La persistencia y ubicuidad del plástico ha hecho que su contaminación se extienda a todos los rincones del planeta, desde los océanos profundos hasta las cimas más elevadas, pasando por el agua que bebemos, los alimentos que consumimos y el aire que respiramos. Incluso se han detectado partículas en organismos vivos, lo que subraya la magnitud del problema.

En palabras del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres: “La contaminación por plásticos está asfixiando a nuestro planeta: daña los ecosistemas, la salud y el clima. Los residuos plásticos obstruyen los ríos, contaminan los océanos y ponen en peligro la vida silvestre. Y al descomponerse en partículas cada vez más pequeñas, se infiltran en todos los rincones de la Tierra: desde la cima del monte Everest hasta las profundidades del océano; desde el cerebro humano hasta la leche materna”.

Salud

En este contexto, uno de los aspectos más inquietantes de esta crisis es su impacto en la salud. A medida que los plásticos se fragmentan en partículas microscópicas —microplásticos y nanoplásticos—, estos pueden entrar en la cadena alimentaria y circular por el cuerpo humano. Diversos estudios ya han detectado su presencia en órganos como pulmones, arterias y cerebro, así como en leche materna, lo que evidencia una exposición generalizada con riesgos aún en investigación.

Economía

A los impactos ecológicos y sanitarios, se añade la perspectiva económica, que identifica un coste estimado de la contaminación por plásticos oscila entre 300.000 y 600.000 millones de dólares estadounidenses anuales, que se traducen en daños a la biodiversidad, la salud pública, la producción alimentaria y la prestación de servicios ecosistémicos esenciales.

Consumo

Se estima que en 2025 el consumo mundial de plásticos alcanzará los 516 millones de toneladas, aunque las proyecciones indican que esta cantidad podría duplicarse para 2060, superando los 1.200 millones, si no se adoptan medidas estructurales. Esta tendencia refleja no solo una dependencia creciente del plástico, sino también la ineficiencia de los sistemas actuales de gestión y recuperación de residuos.

Gestión

Contrario a lo que se suele pensar, el reciclaje —tal como está planteado hoy— no logra compensar la magnitud del problema. A nivel global, solo el 9 % de los plásticos producidos se recicla de manera efectiva. Además, únicamente el 21 % del plástico actual es reciclable en términos económicamente viables, es decir, con un valor de mercado suficiente para cubrir los costes de recolección, clasificación y procesamiento.

Este desequilibrio estructural evidencia que el problema no puede abordarse únicamente desde el final del ciclo de vida del plástico, sino que requiere una transformación profunda de todo el sistema, desde el diseño de productos hasta los modelos de consumo.

 

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Soluciones disponibles y beneficios de un cambio sistémico

Aunque es evidente que la contaminación por plásticos representa una preocupación ambiental de gran magnitud, también es uno de los retos más solucionables de la actualidad. Existen soluciones técnicas, regulatorias y de mercado ya disponibles, con potencial demostrado para reducir drásticamente la generación de residuos plásticos y sus impactos.

El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, hace hincapié en la necesidad de acelerar la acción global. Aunque se muestra optimista respecto a los avances recientes —como el creciente compromiso público, los pasos hacia modelos de reutilización y una mayor responsabilidad ciudadana, así como las políticas dirigidas a reducir los plásticos de un solo uso y mejorar su gestión— advierte que estos esfuerzos aún resultan insuficientes. Por ello, insiste en que “debemos ir más lejos y más rápido”.

En este contexto, la adopción de un enfoque de economía circular para los plásticos se perfila como una estrategia clave. Esta transformación implica repensar el diseño, la producción, el uso y la gestión de los productos plásticos, con criterios de reutilización, durabilidad y reciclabilidad desde su concepción. Los artículos deben estar diseñados para ser utilizados múltiples veces y reintegrarse a los sistemas productivos al final de su vida útil.

Este cambio estructural requiere la implicación activa de todos los actores de la cadena de valor del plástico: fabricantes, distribuidores, consumidores, gestores de residuos y administraciones públicas. Asimismo, debe garantizarse una transición justa, que proteja los medios de vida de quienes trabajan en la recuperación informal de residuos y de las comunidades vulnerables, asegurando que los beneficios sociales y económicos del cambio se distribuyan equitativamente.

Los beneficios de avanzar hacia este modelo son múltiples, profundos y transversales. Incluyen la reducción del volumen de residuos plásticos en océanos, suelos y ecosistemas; la mejora de la salud ambiental y humana, al limitar la exposición a micro y nanoplásticos; el aumento de la resiliencia climática, al evitar emisiones asociadas a la producción y gestión de estos materiales; y el fortalecimiento de las economías locales, mediante nuevos modelos de negocio y la generación de empleo verde.

Según estimaciones del PNUMA, la implementación de medidas integrales de economía circular podría reducir en más del 80 % los plásticos que llegan al océano y ahorrar hasta 70.000 millones de dólares a los gobiernos entre 2021 y 2040.

En definitiva, las soluciones están a nuestro alcance y sus beneficios son incuestionables. El desafío ya no reside en su viabilidad técnica, sino en acelerar su adopción a escala global y garantizar su implementación con justicia, ambición y eficacia.

 

Un tratado mundial: la oportunidad histórica para avanzar con ambición

En 2025, el Día Mundial del Medio Ambiente cobra un significado estratégico al celebrarse dos meses antes de la reanudación de las negociaciones del tratado internacional sobre la contaminación por plásticos, cuyo objetivo es establecer un instrumento jurídicamente vinculante que aborde todo el ciclo de vida de este material.

Desde 2022, más de 170 países participan en este proceso a través del Comité Intergubernamental de Negociación (INC), cuya quinta y decisiva sesión (INC-5.2) tendrá lugar en Ginebra del 5 al 14 de agosto de 2025. Se trata de una oportunidad única en una generación para redefinir la relación global con los plásticos y garantizar la protección de la salud humana y del planeta.

En este contexto, el Secretario General de la ONU ha subrayado la necesidad de alcanzar un acuerdo ambicioso, creíble y justo, que incorpore principios de economía circular, atienda las necesidades de las comunidades más afectadas, esté alineado con los objetivos ambientales más amplios y se implemente con rapidez y compromiso.

 

“Insto a los negociadores a que regresen a las conversaciones en agosto con la determinación de construir un camino común, superando sus diferencias, y alcanzar el tratado que nuestro mundo necesita. Pongamos fin, juntos, al flagelo de la contaminación por plásticos y construyamos un futuro mejor para todas y todos”, apunta Gutiérrez al cierre de su mensaje oficial, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente 2025.

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